Por Alexander Paredes
Resumen:
La
relación entre conciencia lingüística y norma académica es clave para entender
los mecanismos de inclusión y exclusión en contextos educativos y sociales.
Este artículo explora, a partir de ejemplos concretos en el mundo
hispanohablante, cómo una conciencia lingüística crítica puede desmontar
prejuicios y fomentar una educación más inclusiva. Se analiza el caso de
hablantes indígenas en contextos urbanos mexicanos y el uso de variantes
regionales como "la calor" o "palta",
frecuentemente objeto de estigmatización. Se concluye que formar docentes y
estudiantes en una visión pluricéntrica del español fortalece la equidad
lingüística y cultural.
Palabras
clave: conciencia
lingüística, norma académica, prejuicio lingüístico, variación dialectal,
educación inclusiva.
1.
Introducción
La lengua es mucho más que un sistema de
signos: es una construcción social que refleja relaciones de poder, identidades
y formas de ver el mundo. En las aulas de América Latina, donde conviven
hablantes de diversas procedencias, es fundamental reconocer la relación entre
la norma académica del español y la diversidad de formas de hablar de los
estudiantes. La conciencia lingüística, entendida como la capacidad de
reflexionar sobre el uso y funcionamiento del lenguaje (Zapata, 2019), se
convierte entonces en una herramienta indispensable para el desarrollo de una
educación respetuosa de la diversidad.
2.
Norma y variación: una tensión permanente
La norma académica del español,
establecida por instituciones como la Real Academia Española, ha sido
tradicionalmente considerada el modelo correcto de uso. Sin embargo, esta norma
es solo una entre muchas formas posibles del idioma, que no siempre representa
ni a la mayoría ni a los hablantes históricamente marginados (Del Valle, 2007).
Un ejemplo ilustrativo de esta tensión es
el uso de “la calor” en lugar de “el calor”. Si bien la norma
académica prescribe el uso del masculino, “la calor” posee una base
histórica en el español antiguo y sigue presente en varias regiones, como el
sur de España y en algunas zonas de México. Corregir este uso sin reconocer su
legitimidad histórica y regional implica ignorar la riqueza del idioma y
reforzar actitudes prescriptivistas que desvalorizan a ciertos hablantes. Esta
dinámica no es aislada, sino parte de un fenómeno más amplio de estigmatización
que se hace aún más evidente en el caso de los hablantes indígenas en contextos
urbanos.
En muchas ciudades mexicanas, estudiantes
de origen indígena provenientes de contextos rurales enfrentan estigmas
lingüísticos que impactan negativamente su experiencia escolar. Por ejemplo,
una estudiante mazateca que emplea una entonación distinta o construcciones
propias de su variedad lingüística puede ser percibida como “incorrecta”. Esta
percepción errónea no solo socava su autoestima, sino que también afecta su
rendimiento académico, al asociarse la corrección lingüística con la
inteligencia o la competencia. Para contrarrestar este fenómeno, es fundamental
que los docentes reconozcan el valor de estas formas de habla y adopten
enfoques pedagógicos que promuevan la inclusión, como el uso de materiales
interculturales o espacios de reflexión sobre la diversidad lingüística del
aula.
4.
Palta o aguacate: una cuestión de etimología
y prejuicio
La variación lingüística no se limita a
cuestiones gramaticales. También el léxico es campo de disputa. En Perú, por
ejemplo, se usa "palta" para referirse al fruto que
en México se llama "aguacate". Algunos mexicanos
insisten en que "palta" está mal, sin saber que ambas denominaciones
son legítimas desde una perspectiva etimológica e histórica.
"Palta" proviene del quechua pallta,
nombre del fruto según el pueblo originario del mismo nombre que habitaba la
región andina (Real Academia Española, 2024). Por su parte, "aguacate"
deriva del náhuatl ahuacatl, que significa 'testículo', en
referencia a la forma del fruto (Karttunen, 1983). Ambos términos reflejan el
legado lingüístico de los pueblos originarios de América y su incorporación al
español como lengua en constante evolución. Sin embargo, en espacios
dominados por el español mexicano, la forma "palta" es frecuentemente
considerada errónea o extraña, lo que refleja una falta de conciencia
lingüística sobre la diversidad del idioma.
5.
La conciencia lingüística como herramienta
educativa
Promover la conciencia lingüística entre
docentes y estudiantes permite desarticular prejuicios y valorar la pluralidad
del idioma. Enseñar que "la calor" o "palta"
no son "errores", sino reflejos de una historia y un contexto
lingüístico particular, es fundamental para una educación inclusiva. Como
señala Zapata (2019), esto fortalece la identidad lingüística de los
estudiantes y les permite apropiarse del lenguaje desde una posición de respeto
y seguridad.
En contextos como el peruano y el
mexicano, donde coexisten múltiples lenguas originarias con el español, es
clave formar al profesorado en principios de interculturalidad y variación
lingüística. Esto puede lograrse mediante talleres de reflexión lingüística,
análisis de casos reales de diversidad dialectal en el aula, y el uso de
materiales que legitimen distintos registros y formas del español como
expresiones válidas del idioma. Asimismo, incluir contenidos sobre la historia
sociolingüística del español en la formación inicial docente permitiría
desnaturalizar la idea de una “norma única” y fomentar actitudes de respeto
hacia las variedades del alumnado.
6.
Conclusiones
La conciencia lingüística, lejos de ser un
conocimiento accesorio, es central para la justicia educativa. Comprender la
norma como una construcción más, y no como la única vía legítima del idioma,
abre espacios para que todos los hablantes se reconozcan en su lengua. Valorar
formas como "la calor" o "palta", y
comprender los desafíos lingüísticos de los hablantes indígenas, es una forma
concreta de democratizar el lenguaje.
En este sentido, se hace urgente que los
programas de formación docente en México y Perú incorporen una perspectiva
pluricéntrica del español, que reconozca la diversidad lingüística no como un
obstáculo, sino como un recurso pedagógico. Solo así podremos construir aulas
verdaderamente inclusivas y equitativas, en las que cada estudiante vea su
forma de hablar como una riqueza, no como una deficiencia.
Referencias
Del
Valle, J. (2007). La lengua, ¿patria común?: Ideas e ideologías del
español. Madrid: Vervuert/Iberoamericana.
López
Morales, H. (2004). Sociolingüística. Madrid: Gredos.
Zapata,
G. C. (2019). Latinx students' linguistic and cultural experiences:
Towards critical pedagogies in heritage language education. In J. Rothman &
J. Pineda (Eds.), Linguistic Perspectives on Spanish as a Heritage
Language (pp. 175–195). Amsterdam:
John Benjamins.