Resumen
La creencia errónea de que las letras b y v se pronuncian de forma distinta en español no solo persiste, sino que es defendida con firmeza por muchos hablantes, incluso frente a evidencias lingüísticas contundentes. Este artículo analiza esta confusión como un síntoma más amplio de desinformación sistemática sobre el idioma. El caso de b y v no es aislado: se inscribe en un patrón que se repite también en la gastronomía, en la censura del habla popular (como el uso de la calor) y en los prejuicios hacia otras variedades del español. A pesar de vivir en una época de acceso libre a la información, abundan las ideas equivocadas. La ignorancia no es falta de recursos, sino falta de voluntad para contrastar y aprender.
1. Cuando el problema no es la falta de información, sino de curiosidad
Vivimos en una época donde cualquier persona puede consultar una gramática académica desde el celular, verificar el origen de una palabra en segundos o acceder a tratados de fonética con un clic. Y sin embargo, muchos siguen repitiendo afirmaciones erróneas como si estuviéramos en una época de censura. No estamos bajo regímenes totalitarios donde se prohibía leer. No vivimos en Corea del Norte. Tenemos acceso a la información, pero el problema no es la censura: es la desidia.
Frente a eso, yo hablo desde la experiencia. Me dedico profesionalmente a la enseñanza de idiomas. Enseño seis lenguas. Esta es mi rama, mi terreno. Lo que sé, no lo he escuchado por ahí: lo he estudiado, lo he verificado, lo he contrastado en cada sistema lingüístico. Y algo que uno aprende, a fuerza de comparar y entender, es que lo que muchas personas creen saber sobre su propia lengua, no siempre resiste un análisis serio.
2. B y V: un solo sonido en español
En español, las letras b y v representan el mismo fonema: /b/. No importa si escribes beso o vaso, ambas se pronuncian igual. Según el contexto, este fonema se realiza como:
[b]: oclusiva bilabial sonora, tras pausa o nasal.
Ej.: boca [ˈboka], un vaso [un ˈbaso].
[β]: aproximante bilabial sonora, en entorno intervocálico.
Ej.: lavar [laˈβaɾ], vivir [biˈβiɾ].
En ningún caso se articula como [v], es decir, como una fricativa labiodental sonora, como sí sucede en lenguas como el inglés, el francés o el italiano.
Justamente, fue gracias a los idiomas que aprendí y ahora enseño, entendí esto de forma más profunda. En italiano, por ejemplo, el sonido /v/ sí existe: vino se pronuncia con una [v] verdadera. Pero en español no. Cuando uno compara fonemas entre lenguas, puede ver claramente qué sistemas fonológicos distinguen entre /b/ y /v/ y cuáles no. El español no lo hace.
3. ¿Por qué se sigue creyendo lo contrario?
Porque muchas personas confunden ortografía con pronunciación. Como hay dos letras, creen que hay dos sonidos. Y lo repiten, sin haberlo investigado jamás. Incluso se enseña así en escuelas, con explicaciones tan incorrectas como que b es “bilabial” y v “labiodental”. Eso podrá ser cierto en inglés, francés, italiano o portugués, pero no en español.
Es una muestra clara de cómo se perpetúa la desinformación. Y cuando alguien lo aclara —con base, con fuentes—, no falta quien reacciona con burla, con una carita de “me divierte”, como si corregir con fundamento fuera una ofensa.
A eso hemos llegado: a despreciar el saber y a glorificar el “yo lo escuché así”. Pero no me pueden refutar. No me pueden desautorizar en lo que enseño todos los días. Yo no repito mitos: estudio lenguas, comparo fonemas, analizo estructuras; no con arrogancia sino con método.
4. ¿Y en México? Influencia de lenguas indígenas en zonas puntuales
Muchas personas en México creen que b y v sí se pronuncian diferente, y afirman que eso es lo “correcto”. Pero esta distinción no es general en el español mexicano ni mucho menos en el español global. Ocurre en zonas muy puntuales del país, como resultado del contacto prolongado con lenguas originarias. No es una regla del español, sino una interferencia fonética.
En algunas comunidades donde el español ha sido aprendido como segunda lengua, los hablantes transfieren contrastes fonéticos de su lengua materna. Entre las lenguas indígenas que pueden influir en esta distinción se encuentran:
Zapoteco y Mixteco: con sistemas fonológicos ricos y contrastes fricativos que pueden generar una [v] perceptible en el español local.
Mazahua, Otomí, Tojolabal, Tseltal y Tsotsl: en estas lenguas se articulan de forma distinta los sonidos bilabiales y labiodentales, y eso puede reflejarse en el español de hablantes bilingües.
Purépecha: si bien no tiene [v] como fonema estándar, su influencia articulatoria puede inducir distinciones en contextos específicos.
En estos casos, no es que el español haga esa distinción. Es que la lengua indígena la tiene, y se transfiere. El fenómeno es válido como rasgo dialectal o de contacto, pero no puede presentarse como una norma general del español.
5. No es solo la B y la V: el patrón se repite
Este tipo de desinformación no se limita a la fonética. También se ve en:
La gastronomía: se acusa a otros países de “inventarse” platos, sin investigar que las recetas viajan, se adaptan, se mezclan. Hay más ignorancia que identidad en muchas de esas polémicas.
El habla popular: se corrige a quienes dicen "la calor' como si fuera un error, sin saber que es una forma legítima y antigua del español, aún viva en Andalucía, el Caribe o el norte argentino.
La variación dialectal: se censuran formas como dijistes, la calor, haiga, el leísmo, el voseo centroamericano (mucha gente piensa que eso de usar "vos" en vez de "tú" es una moda argentina o una ocurrencia de alguna telenovela. Pero no: el voseo es un fenómeno lingüístico real, documentado y extendido históricamente. No solo existe en el español rioplatense, también se usa en varias regiones de Colombia, en partes de Centroamérica como Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, e incluso en zonas del Caribe. No es nuevo ni incorrecto. Es parte de la riqueza y diversidad del español)
En todos estos ejemplos, el problema es el mismo: corregimos lo que no conocemos, y defendemos lo que no entendemos.
6. Enseñar con fundamento: lo que se aprende, se comparte
La lengua no se defiende con mitos, sino con conocimiento. Enseñar español (o cualquier idioma) implica una gran responsabilidad. No basta con repetir lo que nos enseñaron: hay que contrastar, ACTUALIZAR, comprender la diversidad de la lengua y su historia.
Yo no enseño “porque suena bonito”, enseño porque he estudiado, leído, vivido la lengua. Y si corrijo algo, lo hago con base, no con pedantería. Lo que resulta insólito es que, en pleno 2025, la gente tenga acceso a la RAE, a corpus, a videos, a fonemas interactivos y aun así elija creer lo que le dijeron “en la primaria”.
7. Conclusión: aprender también es desaprender
La pronunciación de b y v es solo un ejemplo. Pero simboliza mucho más: la resistencia a desaprender lo que se aprendió mal. La ignorancia hoy no es consecuencia de censura, sino de apatía. La información está ahí. Pero hay que buscarla, contrastarla y aceptarla, incluso cuando contradice lo que creíamos saber.
Corregir no es burlarse. Burlarse del que corrige con base, sí lo es. Y esa es la verdadera ignorancia: la que se disfraza de risa (incluso de insulto) porque no sabe argumentar.
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Aclaración necesaria:
No, esto no es un debate sobre el lenguaje inclusivo.
Cada vez que se habla de corrección lingüística o de la norma del español, aparece el clásico comentario:
“¿Entonces también hay que aceptar ‘amigue’, ‘niñe’, ‘señore’, todxs?”
Aclaro algo:
Este artículo no trata sobre eso. Hablo de pronunciación normativa de la B y la V, no de los usos del lenguaje inclusivo.
Ahora bien, ya que surge el tema, pongo las cosas en contexto:
El lenguaje inclusivo no está reconocido oficialmente por la RAE, al menos no en formas como “amigue” o “señore”, “todxs”.
Sin embargo, su uso puede tener sentido en ciertos grupos o espacios sociales, como una forma de visibilización o reivindicación.
Eso no convierte esos usos en norma, así como tampoco los prohíbe. Hay usos lingüísticos que son válidos en contextos específicos y otros que están oficialmente aceptados por la norma general del español.
Por eso:
✔️ Que alguien diga “amigo” está perfectamente aceptado.
✔️ Que otra persona diga “amigue” en un contexto político o afectivo, también puede tener sentido.
❌ Pero eso no significa que toda persona tenga que adoptarlo, ni que debamos confundirlo con una regla oficial del idioma.
Y ya que hablo de inclusión, también conviene mirar más allá del lenguaje verbal:
He visto instituciones (incluso universidades de renombre) que se esfuerzan en utilizar lenguaje "inclusivo" en sus discursos de bienvenida… pero no hay una intérprete en lengua de señas presente, no hay señalética con sistema Braille en los baños, salones o ascensores, en resumidas cuentas, no hay ajustes reales para personas con discapacidad.
Entonces, ¿de qué inclusión estamos hablando?
La inclusión no se demuestra solo con una letra E.
La verdadera inclusión se practica, no solo se pronuncia.
Referencias
Hualde, J. I. (2005). The Sounds of Spanish. Cambridge University Press.
Real Academia Española (2011). Ortografía de la lengua española. Espasa.
Quilis, A. (1993). Tratado de fonología y fonética españolas. Gredos.
Alarcos Llorach, E. (1994). Fonología española. Madrid: Gredos.
Navarro Tomás, T. (1967). Manual de pronunciación española. CSIC.
ASALE & RAE (2009). Nueva gramática de la lengua española. Espasa.
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