Cuando el éxito ajeno nos incomoda: Perú, la gastronomía y los complejos de muchos mexicanos
Por Alexander Paredes
Hace unos días se publicó la lista de los 10 mejores restaurantes del mundo (The World’s 50 Best Restaurants, 2025), y para sorpresa de algunos —y tristeza de otros— el primer lugar lo ocupó Maido, en Lima, Perú. Y aunque México aparece en el podio con Quintonil en tercer lugar, eso no fue suficiente para frenar una oleada de comentarios xenofóbicos, despectivos e ignorantes, principalmente desde cuentas mexicanas en redes sociales.
Lo que debería ser motivo de orgullo regional se convirtió —una vez más— en escenario de ataques gratuitos contra un país hermano, como si aplaudir a Perú fuera traicionar a México. En lugar de celebrar la excelencia culinaria de América Latina, muchos prefieren burlarse, minimizar o incluso falsear la historia.
Porque sí: Maido es un restaurante peruano-japonés, exponente de la cocina nikkei, una fusión reconocida mundialmente. No es que los peruanos se estén “apropiando” de Japón, como algunos alegan "indignados" en redes. Es que la fusión es real, histórica, y ha dado lugar a una de las cocinas más sofisticadas del mundo. Lo mismo ocurre con los tacos al pastor, de influencia árabe, o la gastronomía de Yucatán, marcada por la migración libanesa.
Y sin embargo, lo que surge ante estos logros no es admiración, sino una especie de orgullo herido, una necesidad de desmentir, disputar, competir. En algunos sectores de la población mexicana, existe un complejo de inferioridad disfrazado de superioridad moral, un mecanismo de defensa que reacciona con desprecio cuando el reconocimiento cae en otro país latinoamericano, sobre todo si ese país no es frontera, no es potencia, o “no debería destacar más que nosotros”.
Esta reacción no es nueva. La vemos cada vez que Argentina destaca en literatura o fútbol, que Bolivia protege su folklore o que Ecuador defiende su versión del ceviche. Y aunque las rivalidades culturales siempre han existido, lo preocupante es el tono con el que se expresan: violento, burlón, racista y profundamente ignorante.
Como señala el antropólogo Néstor García Canclini (1990), “la cultura no es una propiedad exclusiva de una nación, sino un espacio de circulación, mezcla e hibridación constante”. Entonces, ¿por qué tanta gente actúa como si un plato, una danza o una técnica culinaria pudiera ser “robada” o “copiada”, como si fuésemos corporaciones en disputa por una patente?
También hay que decirlo con claridad: la UNESCO no ha declarado a toda la gastronomía mexicana como patrimonio de la humanidad, sino específicamente a la cocina tradicional michoacana, con base en sus técnicas, ingredientes y transmisión oral (UNESCO, 2010). Reconocer eso no es minimizar a México, es comprender la diferencia entre orgullo real e ilusión colectiva.
Por un verdadero reconocimiento regional
Latinoamérica no necesita más trincheras culturales ni guerras de egos disfrazadas de patriotismo. Necesita reconocimiento mutuo, memoria compartida y cooperación activa.
Reconocer los logros de Perú no hace a México menos mexicano. Aplaudir la riqueza cultural de Bolivia, Ecuador o Argentina no borra nuestra identidad. Nos enriquece. Nos conecta. Nos eleva como región.
Celebremos lo propio, sí. Pero también aprendamos a celebrar lo ajeno con dignidad, con conocimiento y con respeto. Solo así podremos dejar atrás los complejos y caminar como lo que verdaderamente somos: una región poderosa, creativa y capaz de compartir el mundo sin perder el alma.
Referencias
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Canclini, N. G. (1990). Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. México: Grijalbo.
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UNESCO. (2010). Traditional Mexican cuisine – ancestral, ongoing community culture, the Michoacán paradigm. https://ich.unesco.org/en/RL/traditional-mexican-cuisine-ancestral-ongoing-community-culture-the-michoacn-paradigm-00400
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The World’s 50 Best Restaurants. (2025, 20 de junio). Top 10 restaurantes del mundo. https://www.theworlds50best.com/
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