Por Alexander Paredes
Palabras clave: enseñanza de lenguas extranjeras, sociolingüística, variación lingüística, registros, norma culta, conciencia docente, modelos lingüísticos, diversidad cultural, competencia comunicativa.
Resumen
En este artículo reflexiono sobre tres dimensiones fundamentales para una enseñanza crítica de lenguas extranjeras, inspiradas en el enfoque sociolingüístico propuesto por Cassany, Luna y Sanz: cuestionar la norma como única referencia válida, diversificar los registros lingüísticos en el aula y asumir un rol consciente como modelo lingüístico. Propongo actividades concretas para implementar estos principios en clases de inglés, francés, alemán, italiano y portugués, con el objetivo de fomentar una competencia comunicativa más inclusiva, crítica y contextualizada. Esta perspectiva permite visibilizar la lengua como un fenómeno social y cultural, y no solo como un sistema gramatical.
Introducción
La enseñanza de lenguas extranjeras implica mucho más que transmitir reglas gramaticales o vocabulario funcional. Implica también enseñar una visión del mundo, modos de interacción y actitudes frente a la diversidad lingüística. Desde una perspectiva sociolingüística, el aula se convierte en un espacio de reflexión crítica sobre la lengua, sus usos, sus normas y sus implicaciones sociales.
A partir de la lectura del capítulo sobre sociolingüística en Enseñar lengua de Cassany, Luna y Sanz (2007), he identificado tres ejes que considero claves para transformar mi práctica docente:
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Cuestionar la norma lingüística como única forma válida.
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Incorporar registros diversos en el aula.
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Asumir con conciencia el rol docente como modelo lingüístico.
En las siguientes secciones desarrollo cómo integrar estos tres enfoques de manera intencionada en mis clases, y por qué considero que su aplicación es urgente y necesaria.
1. Cuestionar la norma como única referencia
Uno de los mitos más extendidos entre los estudiantes de lenguas extranjeras es la idea de que solo existe una forma correcta de hablar: aquella que responde a la norma culta o estándar. Esta creencia no solo limita la expresión, sino que también genera inseguridad y rechazo hacia variantes coloquiales o dialectales. En realidad, como lo indica la sociolingüística, la lengua es un fenómeno plural, dinámico y socialmente condicionado.
Para contrarrestar esta visión reduccionista, en mis clases abordaré explícitamente el tema de la variación. Cuando surjan expresiones como “¿qué onda?” o “no te claves”, las relacionaré con equivalentes en otros idiomas —“What’s up?”, “Chill out”, “Ça va ?”, “Não esquenta”, etc.— y discutiré con los estudiantes el valor de cada forma según el contexto comunicativo.
2. Diversificar los registros en el aula
Otra limitación frecuente en la enseñanza de lenguas es el predominio de textos normativos, académicos o institucionales. Si bien estos registros son necesarios, no representan la diversidad real del lenguaje. Incluir discursos auténticos y cotidianos permite que los estudiantes desarrollen una competencia comunicativa más rica y contextualizada.
A partir de ahora, incorporaré con mayor frecuencia materiales auténticos como canciones, escenas de películas, memes, publicaciones en redes sociales y podcasts. Estos recursos permiten observar cómo se usa realmente la lengua, con sus particularidades culturales, expresivas y regionales.
3. Ser un modelo lingüístico consciente
Como docentes, somos modelos lingüísticos para nuestros estudiantes. Nuestro modo de hablar, corregir y valorar influye significativamente en su actitud hacia la lengua. Tomar conciencia de ese rol es esencial para evitar la reproducción de estigmas lingüísticos o la desvalorización de formas no normativas.
Me comprometo a mostrar apertura y respeto por la diversidad lingüística, explicando con claridad las diferencias entre registros sin jerarquizarlos arbitrariamente. La meta no es imponer una norma, sino formar hablantes críticos y empáticos, capaces de adaptar su discurso al contexto.
Conclusión
Una enseñanza verdaderamente significativa de lenguas extranjeras debe superar el paradigma gramaticalista y normativo. Cuestionar la norma como única referencia, diversificar los registros y asumir con conciencia nuestro rol docente son acciones fundamentales para lograrlo.
Estas prácticas no solo enriquecen el aprendizaje lingüístico, sino que también promueven una visión más justa, inclusiva y crítica del lenguaje y la sociedad. Enseñar lenguas es, en última instancia, enseñar a convivir con la diferencia, a comprender al otro y a expresarnos con empatía. Esa es la clase de aula que quiero construir.
Referencias
Cassany, D., Luna, M., & Sanz, G. (2007). Sociolingüística. En D. Cassany (Ed.), Enseñar lengua (pp. 461–484). Barcelona: Graó.
García Marcos, F. (1993). Nociones de sociolingüística: Una introducción a la sociolingüística para el ámbito escolar. Barcelona: Ediciones Octaedro.
Marsellesi, J.-B., & Gardin, B. (1978). Introducción a la sociolingüística: La lingüística social. Madrid: Gredos.
Rotaetxe Amusategi, K. (1988). Iniciación a la sociolingüística. Madrid: Ediciones Síntesis.
Schlieben-Lange, B. (1958). Iniciación a la sociolingüística. Madrid: Gredos.
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